Así como el huracán que arrasa con todo a su paso,
miro solo destrucción a mi alrededor.
Solo quedan ruinas y las cenizas donde alguna vez hubo vida.
Así llegaron a quitarme todo y el único al que amaba.
¿Qué me queda ahora que ya no queda nada?
¿Cómo sigo o cómo lo reconstruyo?
¿De dónde saco fuerza, Dios mío, si ya no tengo nada?
Ni risas, ni llanto, ni agua, ni viento, ni vida, ni pasto;
Hasta la lluvia se fue
Y el aire que aquí se respira, sofoca.
Huele a muerte en el ambiente
Y no veo más allá de este humo que me nubla y me amarra.
Un grito ahogado en llanto que no se escucha.
La boca seca y los ojos arden
El pecho quema,
ya no siento el dolor de las llagas en la piel porque el vacío es más grande y me consume.
¿Por qué te has olvidado, Dios, de tu pueblo?
¿Por qué tu mano bondadosa no intervino por nosotros?
¿Acaso no somos tus hijos?
¿Acaso no somos todos a tu imagen y semejanza?
¿Eres un Dios destructivo?
Si la maldad existe, ¿acaso es que tú eres maldad también?
Ayúdame a seguir y dame fuerza.
No veo más que la sombra de esta guerra.
Sombras envuelven mi mente y tengo miedo de mi.
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