Tu problema es que no sabes lo que vales porque nadie te enseñó que en serio vales, que eras (eres) suficiente, porque a su vez a ellos tampoco les enseñaron a amarse ni que eran esenciales, porque en realidad en las raíces, en lo profundo existe el amor, pero está escondido y en las ramas de este árbol, en la superficie y siempre a la vista está la culpa, la tristeza, la soledad, la insuficiencia, siempre algo falta, siempre algo buscas, pero nunca nunca es suficiente.
Y el “si yo hubiera”, como si hubiera podido haber sido de otra manera, ojalá sí, pero la realidad es que no.
Nada nunca pudo haber pasado de otra manera, ni en otro momento.
Es el aprendizaje de esta vida, supongo.

“Dime a dónde quieres ir, 

te estaré esperando alli”

Que siempre te espero, pero ¿a mi quién?

Que con ganas siempre te visitaba así fueran cinco minutos, toda la tarde, toda la noche, todo el día.

Como tú querías, cuando tú querías pero ¿y a mi quién?

[Siempre demasiado disponible,

como tratando de redimir el error 

que nunca fue error, 

que quizá fue destino

-y todos los caminos y todas las decisiones que creemos tomar nos llevan siempre al mismo destino-]