El paso de los años me dice que las llamadas con mi abuelito cada vez duran menos.
Que nos consuela escucharnos al teléfono y saber que estamos bien.
La distancia me demuestra que a quien dejas de ver, se vuelve poco a poco recuerdo y el lazo tan fuerte que las unía se va disipando.
Solo quedan las memorias de la niñez y las risas y los licuados y los juegos.
El paso del tiempo me dice que la gente que quieres, cada día va envejeciendo más y un día de pronto ya no van a estar.
Y yo me alejo, quizá por no poder soportar el dolor de la pérdida estando tan cerca de ellos.
Se quedan las fotos en el altar y la voz de mis seres queridos en mi memoria.
De vez en cuando los que ya no están me visitan en sueños y de vez en cuando los que están lejos me escriben solo porque se acordaron de mi o viceversa. Compartiendo fotos del pasado donde lo teníamos todo.
La música nos transporta a las reuniones familiares y los bailes en pareja. Esa pareja que se fue y fue compañera de vida. (¿Y después de eso, cómo se vive ?
Poco a poco nos irán olvidando y nuestros bisnietos no conocerán si quiera nuestros nombres.
Ya no conservarán fotos de nosotros porque nunca nos conocieron. Y todo el amor que hoy siento de los que me aman jamás lo conocerán. No sabrán de las caricias y apapachos de mi tía después de una caída, ni de las cosas que me enseñó a tejer mi abuelita. Todo habrá muerto conmigo. Y no solo moriré una vez, moriré mil veces.